La Curación a través de la Psique. La pérdida.
Cuando la pérdida se reitera en el tiempo, es dañina como el ciclo eterno. Una rueda de roedor. Un pez que se muerde la cola. Un cuento de nunca acabar… Es como aquella pesadilla que se repite y, sin embargo, la vivimos como si fuera la primera vez.
¿Algo insólito a
nivel cognitivo teniendo en cuenta que ya lo habíamos vivido anteriormente no?
Y, aun así, volvemos a vivirla como si no tuviéramos un registro, ni un solo
recuerdo, de todo lo anterior. Esa reiteración nos dice que aquello no se ha
resuelto aún. O, mejor dicho, no se ha resuelto internamente. Quizás, a los
ojos de los demás, de los que nos rodean, parece que algo ha cambiado, sin
embargo, no sea así. Y llevemos por dentro ese vínculo parásito anudado al
alma.
Y sí, la pérdida
se reitera en el tiempo, cuando resulta que no acabamos de soltar la cuerda
que, a pesar del dolor que supone sujetarla, nos empeñamos en sujetar con todas
nuestras fuerzas. ¿Por qué sujetamos una cuerda que nos duele?
Por otro lado, la
cuerda es invisible. Une a las almas que no han sabido resolver ni perdonar. Y
que sin embargo aun aman o sienten un "pendiente" entre ellas. ¿Como
podemos soltar esa cuerda?
Un susurro podría
decirnos que no vale la pena aferrarse. Es un susurro que nos habla del más
allá. Que sabemos que lo que dice es verdad.
Un
"sueño" que no es un sueño podría aliviar nuestro corazón y sanarnos
con una inyección de paz, de aquella que viene de un mas allá de nosotros
mismos. Lo habéis experimentado alguna vez?
Una caricia de
alguien desconocido, en otro plano, podría darnos la fuerza para levantar los
ánimos y sentirnos confiados.
¿Qué es lo que
nos impide soltar la cuerda? La dinámica. Esos vicios de la dinámica que
propician la perpetuidad; tropezar con la misma piedra. No siempre se trata de
un patrón, sino de un vínculo, un viejo amigo del pasado.